Tocaron a la puerta y fui a abrir inmediatamente.
-Ay, hija mía, pensaba que no volvería a verte -me abrazó fuertemente- si también está Dani -le dio otro abrazo- es que me había parecido escuchar ruidos y tu madre me había dicho que echara un vistazo a tu casa ya que desde lo ocurrido no estarían mucho en casa.
Era María, una anciana de casi ochenta años a la que apreciaba mucho, ella era como mi segunda madre.
-¿Como que no van a pasar mucho en casa por lo ocurrido? ¿Que ha pasado? -me empecé a poner tensa y nerviosa.
-¿Que tu no lo sabes? -se sorprendió y negué con la cabeza.
-¿Les ha pasado algo? -dije nerviosa.
-A tu padres no, están bien, como siempre. Es tu hermano, Nathan.
-¿Que le ha pasado? María por favor, dímelo -la interrumpí.
{...}
-Es esta, ¿no? La 141.
-No, era la 241. Creo que estará en el siguiente pasillo.
Aceleramos el paso y llegamos al pasillo indicado, la habitación estaba al fondo, así que nos dirigimos hasta allí. Desde un extremo del pasillo, se podía ver de que no estaríamos solos.
-¿_____, Dani? -exclamaron todos sorprendidos.
Estaban todos, menos uno.
-No sabes lo que te hemos echado de menos -dijo Andreea y se tiraron todos encima de mi a abrazarme.
-Carlos, ¿que te ha pasado en la pierna? -todos se miraron unos a otros sin decir nada. Carlos iba en muletas y a penas podía moverse, tenía toda la pierna escayolada- Y David, ¿donde está? -todos agacharon la cabeza con preocupación.
Me imaginé lo peor y sin pensármelo dos veces, abrí la puerta de la habitación.
-¡_____ no! No entres... -dijo Blas advirtiéndome pero no hice caso y cerré la puerta de la habitación.
-¿Nathan?
Me acerqué poco a poco a él, llevaba parte de la cara vendada. Pero en cuanto me acerqué más a él, me di cuenta de que no era Nathan.
-No, no podía pasarte a ti, no por favor -no pude controlar mis lágrimas- David por favor, dime algo.
En aquel mismo instante, David abrió los ojos lentamente.
-¡David! Estás vivo -él intentó sonreír- ¿y mi hermano? Por favor dime donde está, necesito verle -David estaba sin aliento, sin poder hablar. Giró lentamente la cabeza y miró a su lado derecho.
Aparté la cortina que separaba ambas camillas y allí estaba Nathan en una cama ortopédica. Tenía el rostro totalmente envuelto, tan solo se le podía ver los ojos amoratados.
-Nathan no, por favor, despierta -mis lágrimas empezaban a aumentar- por favor Nathan, despierta.
El electrocardiógrafo, pasó de emitir una linea curva, a emitir una línea recta.
-No Nathan por favor, ¡no puedes morir!
Un equipo de médicos entró de inmediato a la habitación.
-Señorita, usted no puede permanecer aquí, le ordenamos que salga de aquí cuanto antes -dijo uno de lo médicos mientras me sacaba a la fuerza del brazo.
-Rápido, necesito el desfribilador -dijo otro de los médicos.
Vi como le daban descargas eléctricas a Nathan y él, seguía sin reaccionar.
-Vamos, salga, no se lo quiero repetir más veces.
-Déjeme en paz, quiero ver a mi hermano.
El médico logró llevarme a la puerta y una vez allí, conseguí soltarme.
-¿Sobrevivirá? -dijo uno e los médicos.
-No responde a las descargas eléctricas...-dijo el médico que tenía el desfribilador en las manos.
-Vamos _____, salgamos fuera -Dani me cogió en brazos y me llevó fuera.
-_____, ¿que ha pasado?
Todos se levantaron de la silla y fueron hacia mi.
-Nathan, no da señales a las descargas eléctricas del desfribilador -seguía llorando.
-Tranquila, sobrevivirá, Nathan es un hombre fuerte -dijo Dani apoyando mi cabeza en su pecho y abrazándome.
-¿Y David? -preguntó Miriam.
-Él consiguió despertar, no podía casi hablar, pero desertó y eso es lo importante.
{...}
Llevavamos más de cuatro horas esperando respuestas sobre David y Nathan. Veíamos como entraban y salían los médicos pero ninguno era capaz de informarnos. Gema y Andreea se habían quedado dormidas sobre el hombro de Álvaro, Blas y Carlos habían ido a comprar comida mientras que Rocío y Miriam seguían sentadas en la silla. De vez en cuanto, Miriam, desesperada, se levantaba y daba un pequeño paseo y se volvía sentar, y Rocío intentaba tranquilizarla. Y yo, estaba sentada sobre Dani, sin decir una sola palabra.
-Tomad, os vendrán bien -dijo Blas
Blas y Carlos venían con dos bolsas del McDonald's llenas de comida.
-También hay McFlurries -a Carlos se le hizo la boca agua.
En aquel instante, salieron varios médicos y de último se quedó el doctor, un hombre de poco más de cincuenta años al que se le veía con experiencia.
-¿Como están doctor? -me levanté de la silla de inmediato junto con Dani.
Álvaro despertó a Andreea y a Gema, que les costó levantarse y atendimos a lo que el doctor iba a decir.
-David está bien, no ha presentado ningún síntoma tras despertarse, ya ha recuperado parte de sus fuerzas, dentro de una semana le quitaremos las vendas y tendrá que reposar en casa. Y Nathan... -respiró hondo.
-¿Qué le ha pasado doctor, está vivo? -dije muy preocupada.
-Durante mis treinta y siete años en este hospital, he visto casos sorprendentes, pero nunca uno como este. Tras varias descargas eléctricas, el corazón de Nathan volvió a latir dando vida a su funcionamiento. Y tras cuatro horas y media, acaba de despertar sano y con mucha energía. Ya podéis entrar a verles.
-David cariño, ¿como estás? -Miriam abrazó a David y no pudo evitar llorar de felicidad.
-No me aprietes tanto que me vas a sacar la comida.
-Lo siento -Miriam se apartó enseguida y todos reímos- serás tonto.
-¿Como estás Nathan? -le di un abrazo.
-¿Nathan? -dijo con un hilo de voz.
-Ay, hija mía, pensaba que no volvería a verte -me abrazó fuertemente- si también está Dani -le dio otro abrazo- es que me había parecido escuchar ruidos y tu madre me había dicho que echara un vistazo a tu casa ya que desde lo ocurrido no estarían mucho en casa.
Era María, una anciana de casi ochenta años a la que apreciaba mucho, ella era como mi segunda madre.
-¿Como que no van a pasar mucho en casa por lo ocurrido? ¿Que ha pasado? -me empecé a poner tensa y nerviosa.
-¿Que tu no lo sabes? -se sorprendió y negué con la cabeza.
-¿Les ha pasado algo? -dije nerviosa.
-A tu padres no, están bien, como siempre. Es tu hermano, Nathan.
-¿Que le ha pasado? María por favor, dímelo -la interrumpí.
{...}
-Es esta, ¿no? La 141.
-No, era la 241. Creo que estará en el siguiente pasillo.
Aceleramos el paso y llegamos al pasillo indicado, la habitación estaba al fondo, así que nos dirigimos hasta allí. Desde un extremo del pasillo, se podía ver de que no estaríamos solos.
-¿_____, Dani? -exclamaron todos sorprendidos.
Estaban todos, menos uno.
-No sabes lo que te hemos echado de menos -dijo Andreea y se tiraron todos encima de mi a abrazarme.
-Carlos, ¿que te ha pasado en la pierna? -todos se miraron unos a otros sin decir nada. Carlos iba en muletas y a penas podía moverse, tenía toda la pierna escayolada- Y David, ¿donde está? -todos agacharon la cabeza con preocupación.
Me imaginé lo peor y sin pensármelo dos veces, abrí la puerta de la habitación.
-¡_____ no! No entres... -dijo Blas advirtiéndome pero no hice caso y cerré la puerta de la habitación.
-¿Nathan?
Me acerqué poco a poco a él, llevaba parte de la cara vendada. Pero en cuanto me acerqué más a él, me di cuenta de que no era Nathan.
-No, no podía pasarte a ti, no por favor -no pude controlar mis lágrimas- David por favor, dime algo.
En aquel mismo instante, David abrió los ojos lentamente.
-¡David! Estás vivo -él intentó sonreír- ¿y mi hermano? Por favor dime donde está, necesito verle -David estaba sin aliento, sin poder hablar. Giró lentamente la cabeza y miró a su lado derecho.
Aparté la cortina que separaba ambas camillas y allí estaba Nathan en una cama ortopédica. Tenía el rostro totalmente envuelto, tan solo se le podía ver los ojos amoratados.
-Nathan no, por favor, despierta -mis lágrimas empezaban a aumentar- por favor Nathan, despierta.
El electrocardiógrafo, pasó de emitir una linea curva, a emitir una línea recta.
-No Nathan por favor, ¡no puedes morir!
Un equipo de médicos entró de inmediato a la habitación.
-Señorita, usted no puede permanecer aquí, le ordenamos que salga de aquí cuanto antes -dijo uno de lo médicos mientras me sacaba a la fuerza del brazo.
-Rápido, necesito el desfribilador -dijo otro de los médicos.
Vi como le daban descargas eléctricas a Nathan y él, seguía sin reaccionar.
-Vamos, salga, no se lo quiero repetir más veces.
-Déjeme en paz, quiero ver a mi hermano.
El médico logró llevarme a la puerta y una vez allí, conseguí soltarme.
-¿Sobrevivirá? -dijo uno e los médicos.
-No responde a las descargas eléctricas...-dijo el médico que tenía el desfribilador en las manos.
-Vamos _____, salgamos fuera -Dani me cogió en brazos y me llevó fuera.
-_____, ¿que ha pasado?
Todos se levantaron de la silla y fueron hacia mi.
-Nathan, no da señales a las descargas eléctricas del desfribilador -seguía llorando.
-Tranquila, sobrevivirá, Nathan es un hombre fuerte -dijo Dani apoyando mi cabeza en su pecho y abrazándome.
-¿Y David? -preguntó Miriam.
-Él consiguió despertar, no podía casi hablar, pero desertó y eso es lo importante.
{...}
Llevavamos más de cuatro horas esperando respuestas sobre David y Nathan. Veíamos como entraban y salían los médicos pero ninguno era capaz de informarnos. Gema y Andreea se habían quedado dormidas sobre el hombro de Álvaro, Blas y Carlos habían ido a comprar comida mientras que Rocío y Miriam seguían sentadas en la silla. De vez en cuanto, Miriam, desesperada, se levantaba y daba un pequeño paseo y se volvía sentar, y Rocío intentaba tranquilizarla. Y yo, estaba sentada sobre Dani, sin decir una sola palabra.
-Tomad, os vendrán bien -dijo Blas
Blas y Carlos venían con dos bolsas del McDonald's llenas de comida.
-También hay McFlurries -a Carlos se le hizo la boca agua.
En aquel instante, salieron varios médicos y de último se quedó el doctor, un hombre de poco más de cincuenta años al que se le veía con experiencia.
-¿Como están doctor? -me levanté de la silla de inmediato junto con Dani.
Álvaro despertó a Andreea y a Gema, que les costó levantarse y atendimos a lo que el doctor iba a decir.
-David está bien, no ha presentado ningún síntoma tras despertarse, ya ha recuperado parte de sus fuerzas, dentro de una semana le quitaremos las vendas y tendrá que reposar en casa. Y Nathan... -respiró hondo.
-¿Qué le ha pasado doctor, está vivo? -dije muy preocupada.
-Durante mis treinta y siete años en este hospital, he visto casos sorprendentes, pero nunca uno como este. Tras varias descargas eléctricas, el corazón de Nathan volvió a latir dando vida a su funcionamiento. Y tras cuatro horas y media, acaba de despertar sano y con mucha energía. Ya podéis entrar a verles.
-David cariño, ¿como estás? -Miriam abrazó a David y no pudo evitar llorar de felicidad.
-No me aprietes tanto que me vas a sacar la comida.
-Lo siento -Miriam se apartó enseguida y todos reímos- serás tonto.
-¿Como estás Nathan? -le di un abrazo.
-¿Nathan? -dijo con un hilo de voz.
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